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El COVID-19 no afecta a todos por igual

Por Andrés Hernández Alende
Los7Días.com

Los residentes del código postal más adinerado de los Estados Unidos, Fisher Island, en Miami, recibieron pruebas de coronavirus mientras para la población general son muy escasas.

En muchos medios se ha repetido hasta el cansancio que el COVID-19 es una epidemia que afecta a todos por igual: ricos y pobres. Una enfermedad democrática ante la cual todos somos igualmente vulnerables.

Pero en los Estados Unidos, la plaga se ha ensañado con las comunidades más pobres, especialmente las de afroamericanos y latinos.

En Nueva York, por ejemplo, la alcaldía ha informado que los hispanos constituyen el 29 por ciento de la población de la ciudad, pero representan el 34 por ciento de las muertes por coronavirus. Entretanto, los afroamericanos son el 22 por ciento de la población neoyorquina, pero representan el 28 por ciento de las muertes por la epidemia. Es decir, los dos grupos combinados conforman el 51 por ciento de los habitantes de Nueva York, pero han sufrido el 62 por ciento de los fallecimientos.

En Chicago, hasta el 7 de abril el 70 por ciento de los 140 muertos por el COVID-19 eran afroamericanos, aunque esa minoría solo constituye el 30 por ciento de la ciudad junto al lago Michigan.

En Boston, en Milwaukee, en otras ciudades norteamericanas se repite una desproporción similar. Los barrios habitados por afroamericanos e hispanos son los más afectados.

La causa: las minorías sufren un mayor índice de pobreza, menos recursos para protegerse, menor atención médica, una tasa más baja de personas con seguro de salud. Sus trabajos son más precarios y suelen estar más expuestos al contacto con el público, lo que aumenta el riesgo de contagio con el virus.

La respuesta de los Estados Unidos a la pandemia ha sido deficiente y vergonzosa. La primera potencia mundial tiene hoy más casos activos de contagio y más muertes que cualquier otro país, incluida China, donde apareció el COVID-19, y cuya cifra de fallecimientos era hasta el 16 de abril de 3.342, frente a 28.572 en los Estados Unidos.

La cantidad de pruebas por número de habitantes en los Estados Unidos ha sido muy baja, aproximadamente 1 por cada 786 personas, mientras en Corea del Sur ha sido de 1 por cada 142. Tampoco ha sido democrática. En el Sur de la Florida, en el condado de Miami-Dade, la cantidad de casos confirmados de contagio era el 15 de abril de 7.863. Pero en ese mismo condado se encuentra el código postal más adinerado de la nación, un islote llamado Fisher Island, donde el ingreso promedio de sus menos de 500 habitantes es de $2,2 millones anuales. Los casos de contagio en Fisher Island eran entre cinco y nueve. No obstante, todo el que vive o trabaja en la isla puede recibir una prueba de coronavirus, después que los preocupados residentes pidieron ayuda al Sistema de Salud de la Universidad de Miami. Se compraron 1.800 pruebas fabricadas por la empresa BioMedomics Inc., por un precio de $17 cada una, y se empezaron a administrar a los acaudalados isleños el 6 de abril.

En marzo, muchos jugadores de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA) recibieron pruebas de COVID-19 después que varios deportistas dieron positivo al test. La escasez de pruebas en los Estados Unidos es alarmante, pero no escasean para los bien pagados gladiadores de la cancha.

“Les deseamos una rápida recuperación”, dijo en Twitter el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio. “Pero, con todo respeto, un equipo completo de la NBA NO debería recibir pruebas de COVID-19 mientras hay pacientes gravemente enfermos esperando que les hagan la prueba. Las pruebas no deben ser para los ricos, sino para los enfermos”.

Los funcionarios de salud alegaron que se había suministrado las pruebas a los deportistas debido a su contacto con el público y a que viajan frecuentemente. ¿Pero no están también en contacto con el público los empleados de los supermercados y de las farmacias?

Celebridades, individuos adinerados y políticos también han tenido un acceso preferencial a las pruebas.

Es decir, mientras la población general no dispone de la suficiente cantidad de pruebas, los ricos pueden conseguirlas echando mano a su abultada billetera.

No, el COVID-19 no es una epidemia democrática, y no afecta a todos por igual.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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