Por Guillermo Descalzi
Los7Días.com
Eso piensan muchos observadores de la política americana, que el país se encuentra en una alternativa entre socialismo y fascismo… ¿Será? ¿Qué dicen ustedes?
Acá no se trata de “socialismo siglo XXI” a la Chávez y Maduro en Venezuela, o lo que parece querer imponer la dupla Fernández y Fernández en Argentina. Aquí el socialismo sugerido es estilo Suecia, Noruega y Dinamarca, países monárquicos, con reyes y sistema socialista, algo aparentemente contrario…
¿Monarquía socialista en Estados Unidos? No, aquí lo que proponen Bernie Sanders y Elizabeth Warren, dos de los que van a la cabeza por la nominación demócrata, es un socialismo democrático. Son compatibles porque el socialismo es como el capitalismo, un sistema económico, mientras que el comunismo, el fascismo y la democracia son sistemas políticos.
¿Podrá haber democracia social en los Estados Unidos? La respuesta hasta antes de la presente administración era un rotundo “no”, pero la presencia de Trump ha cambiado las cosas. Dígase lo que se diga de Trump, una cosa es indudable, que aspira al fascismo.
Los extremos
Los extremos llaman a extremos, y eso es lo que hace posible la aparición de un socialismo democrático en Estados Unidos…
Posible… ¿Pero probable? Lo que hace probable la instalación de una administración social-demócrata en Estados Unidos es la existencia actual de un régimen cuasi-fascista en la Casa Blanca.
¿Cuasi-fascista? Sí, porque Trump parece empeñado en acabar con algo esencial en la democracia: la separación de poderes y el respeto de unos a las atribuciones de los otros.
Trump está ignorando, haciendo caso omiso de las atribuciones de la Cámara de Representantes a decidir qué hacer con el dinero de la nación, a ser la que apropia el dinero y lo destina a tal o cual funciones. Trump se ha atribuido tomar dinero apropiado por la cámara baja para un propósito y destinarlo a otro.
Tampoco respeta el derecho del legislativo –algunos dirían obligación– a monitorear al ejecutivo, y ordena a diestra y siniestra a sus funcionarios y ex funcionarios a ignorar los requerimientos del legislativo.
Un extremo llama al otro y hace posible la aparición por primera vez de un gobierno social demócrata en Estados Unidos. Ahora, la pregunta es, si es que se da, ¿será capaz un gobierno social demócrata de “arreglar” la situación?
Muy difícil, no seamos ilusos, la situación es crítica en demasiados frentes y un ‘simple’ cambio de modelo de gobierno no la va a arreglar.
Deuda nacional
La gran, inmensa deuda nacional americana va a continuar como ancla que impide el cambio de curso a la barca del estado. El cambio climático va a seguir desestabilizando y aumentado el desequilibrio de la vida en las distintas regiones del país, y el inmenso poder de los grupos de presión en Estados Unidos, como Wall Street, las industrias de armamento, de petroquímicos y medicinas, va a continuar como la cola que mueva al tigre.
La economía del país va a continuar impedida por el inmenso endeudamiento público y privado, y ningún cambio de régimen va a solucionar esto, no a corto ni mediano plazo. Es más, esto quizás favorezca la continuación de un régimen a la Trump, de alianza con los monopolios de poder comercial en el país, uno que permita la continuación de la aparente estabilidad que nos da… Y si esta es estabilidad, algunos dirán, mejor esta estabilidad que el alternativo desequilibrio por cambio de orientación política en la conducción del estado.
¿A quién favorece esto? Debo decir, sin engañarme, que favorece la continuación del gobierno actual, lo cual quizás quiera decir meternos en más problemas a la larga. Quizás mejor fuera tomar su medicina y pasar el trago amargo ahora antes de que la situación requiera remedio más crítico aún.