Por Guillermo Descalzi
Los7Dias.com
¿Importa si cometió crímenes? Sí, un poco, y decidir eso le corresponde al Congreso de los Estados Unidos. A nosotros nos corresponde darnos cuenta de que se trata de un hombre inmoral, indecente, deshonesto, mentiroso, estafador, calumniador, presunto criminal y traidor al juramento de su cargo.
¿Presunto criminal? Robert Mueller, el fiscal especial: “Si hubiésemos confiado en que el presidente no cometió un crimen… lo hubiésemos dicho”: Un presunto criminal y traidor a la Constitución en aras de su engrandecimiento, el genio estable, nuestro ejemplo ante el mundo, el presidente de los Estados Unidos, algo tan claro que es imposible negarlo incluso a sus devotos seguidores.
¿Qué hace esto de quienes lo protegen en el Congreso? Cómplices en su inmoralidad, Indecencia, deshonestidad, mentira, estafa, calumnia, presunto crimen y traición.
Vergüenza nacional
Son una vergüenza nacional, y no solo el presidente, un bochorno en el cimiento de nuestro edificio mundial. La vergüenza la comparten sus cómplices en el Congreso, gente como Mitch McConnell, jefe de la mayoría republicana en el Senado; Lindsey Graham, su ‘amigo’ allí; sus acólitos como Sarah Sanders y los que ‘sirven a la presidencia y no al presidente’, gente como Bill Barr, Nick Mulvaney y Steven Mnuchin, gente que no puede no darse cuenta de lo que hace… y por qué lo hace.
El ‘impeachment’, la acusación al presidente en la Cámara de Representantes, es una necesidad moral, y si bien los republicanos que lo apoyan lo hacen por conveniencia, no por eso –por conveniencia para no ‘perder’– debe Nancy Pelosi interponerse a una acusación en la Cámara de Representantes, el primer paso de un juicio con una investigación en el proceso. Et Veritas Liberavit Vos, y la verdad os hará libres.
Mueller lo dijo con toda claridad en el Departamento de Justicia: “(Las reglas del Departamento) dicen que la Constitución requiere un proceso distinto al del sistema de justicia penal para acusar formalmente a un presidente en funciones.” Al Congreso no le queda otra cosa que hacerlo.
Hay que airear la maraña de inmoralidad, indecencia, deshonestidad, mentira, estafa, calumnia, presunto crimen y traición enquistados en la Casa Blanca y sostenidas por sus partidarios en el Congreso. Estamos en las puertas de un purgatorio nacional… y mejor eso, un purgatorio, que el infierno en el que nos quedaríamos.