Por Maricel Mayor Marsán
Los7Días.com
Cuando un poeta escribe sus versos, por regla general no define de antemano la estructura del poema que está escribiendo. Casi siempre, un sentimiento lo atrapa de alguna manera, lo aprisiona y lo arrastra hasta llevarlo frente a un papel y una pluma o frente a su ordenador y un teclado. Los dedos de las manos, en ambos casos, se ocuparán de dar forma a ese tejido de palabras que le dicta la llamada “musa” poética, ese misterioso personaje que cada bardo lleva dentro de sí mismo, hasta conformar el poema inicial. Luego vendrán las segundas y terceras lecturas de ese mismo poema, los cambios, los arreglos, el conteo y verificación de sílabas (en el caso de los sonetos y otros estilos clásicos de escritura poética que están organizados por la métrica), el ritmo acentual (en el caso de la versificación libre o asimétrica) y algún verso que desaparece por incómodo o innecesario, hasta llegar al poema final. Siguiendo este orden, la mayoría de los poetas encontrarán muchas cosas en común entre su labor y la de sus colegas.
Cada poeta, un estilo
Lo que distingue a un poeta de otros es el estilo que escoge para expresar sus vivencias y con el que anuda su escritura, así como los temas que van marcando su día a día. Cada poeta tiene sus propias preferencias existenciales y un discurso poético que lo define. Algunos prefieren los estilos más clásicos, otros prefieren las nuevas formas de versificación libre, como los poemas en prosa o prosa poética, y otros fluctúan entre diversos estilos; todos coexistiendo y fortaleciendo el interés por la lírica.
La poética de Yosie Crespo
En el caso de Yosie Crespo, poeta que nos ocupa hoy, el estilo que ha escogido para expresarse en este género literario es la versificación libre o amétrica, donde combina una prosa poética cuidada con el ritmo interno que subyace a lo largo de la construcción de sus poemas, utilizando varios recursos fónicos y rasgos sonoros. A todo esto se suma la contingencia de imágenes, más o menos oscuras, de perfil filosófico, amoroso e intimista. El libro consta de 27 poemas, algunos cortos y otros largos, así como de varias notas aclaratorias que la autora consideró pertinente integrar, para evitarle demoras al lector en el curso de su lectura.
En el poema “Consuelo universal”, la poeta habla con una voz añeja, a pesar de su juventud, y nos regala una cita de la poeta cubana Carilda Oliver Labra que dice “Si tocan diré que fui al otoño para ver las hojas mudándose”, para prepararnos a lo que sigue:
Consuelo.
Nunca conoceré el tiempo ni su signo.
Nunca encontrará él
su corazón fúnebre de luz
el Sol adentro rompiendo cada piedra
y yo escribiendo cualquier cosa
menos lo que debo.
Consuelo.
Los dioses no reconocerán en mí
su espacio nocturno
y de nuestro infinito silencio
comulgará la soledad.
Pero yo iré viajando con cada huella
menos de mí misma.
Quedando en cada cosa que sobra
como si nunca en la vida
me hubiese alejado de su belleza.
Con una carga emotiva y filosófica, donde el Sol se escribe con mayúscula en el medio de un verso, observamos como la autora se relaciona con este centro de luz y energía en otras partes del poemario. En este poema, en particular, el Sol parece recalcar la necesidad que tiene el ser humano de romper con las barreras que endurecen su corazón. Yosie Crespo también se vincula directamente en este poema con el tiempo, la luz, la piedra, el espacio nocturno, el silencio, la soledad y la huella de sí misma, estableciendo su espacio vital y una relación cósmica que le confiere cierta sabiduría.
En otros poemas, como “A simple vista” y “Desde el centro del orden y su breve latido”, la estrella luminosa o sol desconoce la presencia de los seres humanos que habitan en este sistema planetario cuando la poeta dice “es el vacío terrible de la eternidad / es el Sol que no sabe de nosotros.” o le adjudica una connivencia lúdica al astro cuando sentencia “Desde ahí me observaba el poeta / con su danza sembrada sobre el Sol.”
Elementos lúdicos y referenciales
Es importante destacar que las imágenes utilizadas por la autora en el poemario Solárium* evocan de manera reiterada el mundo natural que la rodea, convirtiéndola en un testigo fundamental del paisaje del Sur de la Florida. Los elementos parecen abrazar a la poeta sin darle descanso, uniendo el mundo físico con el psíquico, lo que da paso a un universo lúdico y alucinante.
El agua es uno de los elementos referenciales más utilizados por la poeta, quien la menciona en sus versos en la forma del mar, la lluvia, la última gota y las lágrimas. En algunas ocasiones, la poeta juega a ser un pez, en otras ella escucha el sonido de una ola o se lanza sobre las olas. La tierra es otro de los elementos que utiliza la poeta de manera reiterada. En el poema “Última paradoja de la despedida”, aparecen otros elementos como el Agua, el Aire y la Tierra conjuntamente, tal y como nos dice en la primera parte:
Voy a lanzar mi cuerpo sobre cuatro olas salvajes
y esperar a que algún cielo lo rescate.
No es justo que yo aquí muera
con ambos pies en el aire.
Es culpa del amor que es una rama oscura
(ya lo sabrás algún día).
Tantas ganas tengo
de nutrir mi llanto sobre un monte
y sembrarme así de ramas enteras
sobre la tierra llena de ti.
El juego entre imaginación, vivencias y carencias, deja su huella amatoria a lo largo del poemario, con sus ingredientes de amor y desamor, tristeza y felicidad, espacios compartidos o absoluta soledad. Ejemplo de este ejercicio lúdico, donde aparece el Fuego como elemento referencial, lo podemos observar en el poema siguiente:
Avisos y Señales
(Propuesta de amor)
Te propongo,
tomar el horizonte que es puro todavía.
Poblad con su fuego
mi sombra desnuda
rodeada por la soledad y el silencio.
Con el recuerdo de nuestras voces
hazme bailar como un trompo.
Permanece junto a mí
cuando termine la tormenta.
Intenta borrar cada muchacha de viento
hasta que des con mi estrella de mar.
Y si aún necesitas una señal más clara
no mereces pertenecer a este claro golpe
que tiene muchas alas pero poca cabeza.
El poema anterior, aunque aparentemente explícito, nos deja muchas incógnitas escondidas entre sus versos. Ese es el juego que Yosie Crespo ha decidido compartir con nosotros, para que la lectura no se convierta en un mero acto de leer, sino de meditar.
Con un excelente manejo del idioma español y una buena dosis de amor por la poesía, la autora comparte con sus lectores las vivencias de una mujer que vibra bajo el sol del sur de la Florida, lugar donde transcurre su vida a plenitud, más allá de las tristezas, las soledades o de los estados de ánimo circunstanciales de un poeta.
La singularidad de su temática obliga a leer y releer sus poemas para seguir el rastro de una mujer en movimiento, más allá del asfalto y del tedio de los días repletos de recuerdos y ansiedades futuras.
Yosie Crespo nació en Pinar del Río (Cuba) en 1979. Reside en los Estados Unidos desde la edad de once años. Ha publicado los poemarios: Solárium, La ruta del pájaro sobre mi cabeza, El año de la Hégira y Caravana.
* Poemario ganador del primer premio en el certamen “Nuevos valores de la poesía hispana 2011”, auspiciado por la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana (AECID), el Centro Cultural Español de Miami (CCEMIAMI), la Revista Literaria Baquiana y Ediciones Baquiana.