Por César Chelala
Los7Días.com
“Mi gran desafío es cómo instalar un sentido moral en mis alumnos”, me dice
Eloísa Delmonte, una profesora de escuela secundaria en Gualeguay, en la
provincia argentina de Entre Ríos. “Ayer, por ejemplo”, agrega la docente, “recriminé
a un alumno porque había llegado tarde a clase. Él se disculpó pero me dijo que
mientras él se despierta todos los días a las 7 de la mañana, un chico vecino suyo se
levanta de la cama a mediodía, luce las ropas más caras y se da con todos los gustos.
¿Cómo lo hace? Muy sencillo, robando”.
Ese fenómeno de la delincuencia no está muy separado del de la violencia entre los
jóvenes, que se da tanto en las escuelas como fuera de ellas. Un informe reciente de
Unicef titulado “Una lección diaria: Acabar con la violencia en las escuelas #EndViolence”, muestra cifras preocupantes. A nivel mundial, casi la mitad de los estudiantes de entre 13 y 15
años (alrededor de 150 millones) sufren violencia entre los compañeros de escuela.
Para muchos, la escuela no es ya el lugar donde estudiar y crecer en paz, sino un
ámbito de confrontaciones y peligro.
Un informe de la Oficina del Representante Especial del Secretario General de las
Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños describe cuatro formas principales
de violencia en las escuelas: el acoso, la violencia física, la violencia psicológica y la
violencia que incluye una dimensión ajena a la escuela como ser la relacionada con la
cultura de las bandas.
El fenómeno del bullying, que tantas víctimas causa a nivel mundial, y la violencia
sexual tienen características incluidas en esta clasificación. Un estudio llevado a cabo
en México en 2013 mostró que el 7 por ciento de los niños y el 5 por ciento de las niñas
que cursaba la escuela secundaria dijeron haber sufrido insultos de carácter sexual por
parte de sus compañeros. Un porcentaje menor declaró que se les había forzado a
mantener conductas de carácter sexual.
Causas
Hay numerosas causas que explican el auge actual de la violencia, tanto en las
escuelas como fuera de ellas. Entre las causas más tradicionales están la pobreza, las
marcadas desigualdades económicas y sociales y la vulnerabilidad creada por los
procesos de migración, particularmente cuando ésta es forzada.
Entre los fenómenos causales más recientes se encuentra la diseminación masiva de
las drogas, que crea en las escuelas ambientes totalmente nocivos para el crecimiento
y la educación de los niños. Relacionado con el problema de las drogas están las
bandas juveniles, llamadas “maras’ en los países centroamericanos, que actúan no
sólo en esos países sino también en los Estados Unidos.
“Muchas veces las escuelas están detrás de los cambios sociales que influyen sobre la
violencia”, me dice la Profesora Delmonte. Además, está apareciendo un fenómeno
nuevo, como es la gran popularidad de los youtubers, los que muchas veces actúan
como modelos de conductas negativas entre los niños en las edades más susceptibles.
“Tampoco hay que olvidar”, dice Delmonte, “que hay dos violencias: la general y la de
género, y que las dos son igualmente terribles”.
No hay que descartar la influencia de la atmósfera que los niños viven en sus hogares.
Ellos imitan las conductas que ven cotidianamente. Por ello, hogares violentos crían
niños violentos, los que luego serán adolescentes y adultos violentos.
A estos fenómenos se añade ahora el problema del “ciberacoso”, definido por el Centro
de Investigación de ciberacoso como “un daño intencionado y repetido perpetrado a
través de ordenadores, teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos”. Se ha
demostrado que las víctimas que sufren de esta modalidad son más propensas a
consumir alcohol y drogas y a ausentarse de la escuela.
Consecuencias
Hay una amplia gama de consecuencias negativas como resultado de la violencia en
las escuelas. Ellas incluyen lesiones corporales y psicológicas que pueden conducir a
la ansiedad, la depresión y aun el suicidio. Además, mientras a corto plazo se afecta el
rendimiento académico de los estudiantes, a largo plazo se afecta su calidad de vida.
Los días ausentes de la escuela inciden también en la calidad de su educación. Un
estudio en El Salvador mostró que el 23 por ciento de los estudiantes de entre 13 y 15
años declaraban que en el último mes del estudio se habían ausentado de la escuela
uno o más días, sólo por motivos de seguridad.
Los niños afectados por el fenómeno del bullying y del ciberacoso quedan muchas
veces con secuelas psicológicas serias que llevan a una disminución marcada de su
autoestima y que llevan a muchos de ellos a quitarse la vida. En otros casos, niños
víctimas de la violencia se hacen adictos al alcohol y a las drogas.
Cómo tratar el problema de la violencia en los niños y adolescentes
Algunos expertos consideran a la violencia en las escuelas –que incluye también el
fenómeno creciente de la violencia contra los maestros– como un problema de salud
pública. Es por ello que el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos
(CDC) usa el siguiente protocolo para solucionar este tipo de problemas. Consiste en 4
etapas: 1) Definir el problema. 2) Identificar los factores protectivos y de riesgo. 3)
Desarrollar y probar estrategias de prevención. 4) Asegurar la adopción masiva de este
modelo.
Una de las dificultades en el tratamiento de este problema es la falta de estadísticas
confiables y actualizadas, de modo que este debe ser el primer paso en vistas a
resolver el problema. Además, muchos países carecen de legislación que proteja a
niños víctimas de violencia, lo que requiere actualizar la legislación pertinente
relacionada con este fenómeno.
Es necesario que tanto los padres, como los maestros y las organizaciones
comunitarias actúen coordinadamente para difundir y tratar de buscar los mecanismos
más adecuados para prevenir y enfrentar este problema. Sólo cuando todas las partes
interesadas actúen de esa forma será posible resolverlo.