Por Guillermo Descalzi
Los7Días.com
El despido del procurador general de justicia nos lleva a un paso de una crisis constitucional, a ella nos dirigimos si fuese lazo y bozal para el fiscal especial Müeller entregando su supervisión al nuevo procurador interino, Matthew Whittaker, de reconocida inclinación a cortarle las alas.
La actuación de Trump tiene su ritmo, como la sonata Pathetique, opus 13 de Beethoven, una cadencia patética dirigida a un crescendo final en la próxima Cámara de Representantes de mayoría demócrata. Trump, si alguna vez los tuvo, se ha quitado los guantes. Debe ser señal de desesperación, de otra manera el gato no se come al canario enjaulado ante los ojos atónitos del país entero.
Su actuación en la conferencia de prensa post electoral indica que se le está desenmarañando la tela mal tejida de la que cuelga de los rincones de la Casa Blanca… pero basta de metáforas, vamos a la realidad.
Rueda de prensa inédita
Perdió la elección al perder su mayoría en la cámara baja. Perdió los papeles al atacar a los republicanos que perdieron “por no haberse acercado a él”. Perdió la compostura al atacar a una periodista negra por hacerle una pregunta, dijo, ‘racista’. ¿Y si hubiese sido blanca? Perdió cualquier rezago de elegancia que haya tenido al enfrascarse en una pelea verbal con el periodista Jim Acosta, de CNN, y luego revocarle su permiso de prensa con la excusa de haber ‘tocado’ a una mujer (ella lo tocó tratando de arrancarle el micrófono). Decir ‘tocado’ cuando él es el que dice tocar a la mujer por donde quiera, eso es osadía. Perdió toda semblanza de buen gobierno al amenazar con parálisis al Congreso si la nueva Cámara de Representantes lo investiga, a él, al pobrecito, la víctima victoriosa de esta elección. ¿Víctima Victoriosa? Patético. Solo en la pesadilla Trumpiana se puede dar tal conjunción de palabras, víctima porque es victimizado y ‘victoriosa’ porque ‘ganó’ (él ganó, sí, él) la elección.
Donald Trump debe –necesita– anticipar una sorpresa del fiscal especial Müeller en los próximos días. Su fiscalía ha pasado casi dos meses de silencio respetuoso para no influir en la elección, pero eso no quiere decir que hayan sido meses de ocio, algo se viene y se viene ya.
El día después
Hemos quedado perplejos no por el día de la elección, hemos quedado perplejos por el día después. Los próximos meses serán turbulentos, esperemos que sea todo porque podría ser más, podrían ser meses traicioneros en un senado donde la mayoría parece no salir de su éxtasis contemplativo ante la divinidad del César.
Nixon Agonistes, la obra del historiador Gary Wills, nos da una idea de lo que nos espera en la inevitable agonía Trumpiana. Espero que no llegue a tales extremos, al verano del 68, Kent State, los asesinatos, las protestas masivas y las decenas de miles de muertos en la aventura de una intervención extranjera… pero todo es posible en la dimensión desconocida a la que entramos y en la cual la mayoría republicana en el Senado tendrá de una vez por todas que decidir qué apoyar, si a un país mal conducido o una presidencia descarriada.
