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La vida es una aventura deliciosa que de súbito a cualquiera puede transformársele en un viaje a las tinieblas.
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Mi amigo el holandés

Por Roberto Casín
Los7Días.com

Alguien escribió una vez que si una historia es triste y no edifica no debe contarse porque desalienta. Pero no siempre es así, porque a las lecciones que puedan derivarse de un relato en definitiva cada cual les pone el color que le parece, y las asimila o las llora como se le antoja. Así que al cuento que hoy les hago, me limitaré a ponerle puntos y comas. Y que cada quien lo interprete como quiera.

Tengo un amigo cortado a la estampa de los aventureros del siglo XVI que cruzaron el Atlántico, arcabuz y espada en mano, para abrirse camino en una América tan desconocida como prometedora y hostil. Nuestro personaje, salvando las distancias de la época, es de la generación de europeos que se fue con el corazón en la mano en la década de los 70 a La Habana, embrujado por los cantos de sirena, y terminó años después ahogando todos sus desencantos entre copas de tequila en el barrio de La Villa y en las taquerías y cantinas de la abigarrada ciudad de México, en Garibaldi, la Zona Rosa y Coyoacán, cuando ya era tarde para renunciar a la contagiosa admiración por el trópico e irse de vuelta a la fría Amsterdam.

Vieja estirpe
Cuando nos conocimos, bebía y fumaba en silencio con el aire de soledad que embarga a todos los hombres tímidos. Luego nos hicimos amigos cuando ser corresponsal de prensa en México era una experiencia que aún valía la pena. Mi amigo es de esa vieja estirpe de reporteros que aprendieron a ver la vida tecleando en una vieja Underwood, y para quienes la brutalidad de las guerras les resultan siempre tan incongruentes como las miserias e injusticias padecidas en la paz.

Su destreza para escribir en español mejor que muchos de los nacidos bajo el signo de esta lengua siempre fue materia de asombro. Y para resumir podría compararlo con esos tipos admirables que nunca salen en las fotografías, salvo las familiares, y que no coquetean con la fama aunque tengan más estatura moral que toda la que suele adornarles la crónica social de los domingos a los políticos y exitosos empresarios del momento.

Pero los buenos hombres también tienen enemigos, entierran algún día a sus padres, pierden el empleo o los traicionan los amores a primera vista, como al que más. Y la vida es una aventura deliciosa que de súbito a cualquiera puede transformársele en un viaje a las tinieblas. Sus quebrantos empeoraron cuando por razones de trabajo tuvo que convivir con la gélida y perfecta adustez de los alemanes después de haber estado décadas inmerso en el tuteo y habituado a las brisas de cordialidad que bañan las costas del Caribe. Después en España, el entorno mejoró pero el ánimo se le deshizo con lo de la crisis, la corrupción de los gobiernos, la avaricia de las grandes corporaciones, los despidos, y los patronos que quieren pagar una miseria. El suyo sigue siendo alemán y se lo ha hecho sentir en carne propia.

Una dedicatoria
No soy de los que conservan recuerdos materiales. Prefiero atrapar impresiones en la memoria. Atesoro los momentos importantes que compartí con él, agraciado por una amistad incondicional, a prueba de todo, que en estos tiempos es una rareza. Y hubiese dado igual que fuera camarero, músico o ingeniero; el rastro que habría dejado en mi vida sería el mismo. De modo que siempre le estaré en deuda. No he vuelto a verlo desde hace ya casi seis años.

Pero la última vez que hablamos por teléfono hace unas semanas me confesó la peor de sus penas: la decepción de no poder mirar más al mundo ya con el placer de los que se sienten triunfadores ni con la emoción de los que siempre esperan ganar la próxima batalla. Para un hombre como él, acostumbrado a navegar por la vida sin inclinar la frente ni llevar visa en el pasaporte, esa es una carga demasiado pesada. Por eso, en estos tiempos para muchos todavía duros, con todo el afecto escribo estas líneas y se las dedico a mi buen amigo Theo, el holandés.

 

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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