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En Oklahoma el salario anual de los maestros decreció alrededor de $8.000 en la última década.
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El futuro pasa por las aulas y los maestros merecen más

Por Roberto Casín
Los 7 Días

Se llama Hope, Esperanza en español. Pero el nombre ha perdido todo significado para ella. Tiene 52 años y ya nada la consuela. Ni siquiera el hecho de que en su última edición la prestigiosa revista Time haya dado publicidad a su odisea, una más entre la de cientos de miles de maestros que en Estados Unidos se ven obligados a hacer malabarismos para sobrevivir a espaldas de la profesión.

Esperanza gana $60 dos veces a la semana donando plasma, y ha logrado conseguir algo más vendiendo su ropa a tiendas de segunda mano en Kentucky. Lo suficiente para pagar la cuenta de electricidad o la letra de un automóvil. En las tardes, cuando acaba su jornada en las aulas marcha a su segundo empleo como vigilante en un estadio. Con su esposo trata además de impulsar un negocio familiar de guías turísticos, en busca de un ingreso adicional.

Todo es muy distinto a como lo soñó cuando hace casi dos décadas se graduó con una maestría en educación secundaria y empezó a ejercer el magisterio. «De verdad, amo enseñar, dice ella, pero no se nos paga el trabajo que hacemos». Su reclamo es el de muchos educadores públicos que este año se han declarado en huelga y participado en marchas en varios estados de la nación.

El peor estancamiento
De acuerdo con datos del Departamento de Educación, los maestros de kindergarten a secundaria superior, alrededor de 3 millones 200 mil en todo el país, experimentan uno de los peores estancamientos salariales de cualquier profesión, y cuando se cotejan sus ingresos con la inflación, ganan menos de lo que percibían haca casi 30 años. La situación es mucho peor en algunos estados como Oklahoma, donde el salario anual decreció alrededor de $8.000 durante la última década.

Pero la crisis en la enseñanza rebasa el aspecto salarial. Veintinueve estados de la nación destinan menos fondos (ajustados a la inflación) por estudiante que los que asignaban antes de la Gran Recesión de 2008, según el Centro sobre Presupuesto y Prioridades Políticas, razón por la que muchas escuelas están hoy en estado ruinoso, sin recursos y atestadas de alumnos.

A pesar de los pesares, especialmente los que son padres siguen teniendo en alta estima la labor magisterial. A tenor con una encuesta de Ipsos/USA Today difundida el pasado 12 de septiembre, el 60 por ciento de la gente considera que a los maestros se les paga menos de lo debido, y que tienen derecho a declararse en huelga. Pero de la misma manera que nuestros políticos se hacen de la vista gorda frente a las arbitrariedades de la industria de los seguros médicos, les importa un bledo la crisis en las escuelas.

Se derrumbaron viejos valores
Hemos llegado al punto que las semillas que siembra un maestro interesan menos que el lucro de compañías como JP Morgan, Goldman Sachs, Citibank, State Farm, United Healthcare y CVS. Muchas de las viejas reglas mediante las que funcionaba con cierto equilibrio la sociedad se han roto. Y ni siquiera es ya posible que en el Congreso en Washington los legisladores se pongan amigablemente de acuerdo parea pactar consensos, no en beneficio de ellos sino de todo el país.

Junto a las viejas normas también se han desvanecido muchos valores. Varias décadas atrás, la gran prensa rendía culto a la imparcialidad, la nación profesaba más amor a la familia que a los espectáculos, y el país vivía orgulloso de su centenar de senadores en el Capitolio, donde tres de cada cuatro habían dado fe de sus méritos ciudadanos vistiendo en su juventud el uniforme de las fuerzas armadas.

Pero en las últimas décadas ha habido una vuelta de tuerca. Y ahora son muchos y muy poderosos los intereses que buscan pasar definitivamente la página de la época en que se cotizaba en grande el magisterio, la entereza laboral y la honradez; cuando la codicia de las corporaciones no dictaba las reglas, existía un mínimo de respeto por los maestros, y se les profesaba idolatría y gratitud.

 

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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