Por Guillermo Descalzi
Los7Días.com
Vestidos de olivo y azul, soldados y policía, están en primera plana. Empiezo por el olivo, con el ex-jefe del Pentágono, general Jim Mattis, acusando a Trump de reírse de la Constitución: “Somos mejores que el abuso de la autoridad ejecutiva que presenciamos en la plaza Lafayette. Tenemos que rechazar y hacer que rindan cuentas aquellos que están en el poder y quieren reirse de nuestra Constitución”.
El derecho de hablar, la libertad de palabra, el derecho de asociación, de reunirse con otros, y el derecho de opinión, fueron violados cuando Trump usó tropa para dispersar, violentamente, la manifestación pacífica por la muerte de George Floyd, “muerte azul”, a manos de la policía en Minneapolis.
“Nunca soñé que las tropas que hicieron el mismo juramento que yo (de defender la Constitución) recibirían bajo ninguna circunstancia la orden de violar los derechos constitucionales de sus conciudadanos y menos aún para permitir una foto para el comandante en jefe”. Así escribió el general Mattis.
Luego se rebeló el actual jefe del Pentágono, Mike Esper, diciendo: “La opción de utilizar tropa como policía debe ser utilizada únicamente como último recurso, en un extremo de urgencia. No estamos en esta situación… no apoyo la invocación al acta de la insurrección (de 1807) No estamos en una situación por el estilo, no apoyo la invocación al acta de la insurrección”.
Ley de Insurrección
La invocación a la Ley de Insurrección, por parte de Trump, puede haber sido la última gota que rebasó el vaso de las fuerzas armadas.
Mattis, nuevamente: “Donald Trump es el primer presidente en mi vida que no trata de unir al pueblo americano, ni siquiera lo finge. En su lugar, intenta dividirnos”.
Las fuerzas armadas son, por definición, conservadoras. El que su liderazgo empiece a manifestarse contra lo que hace Trump, debiese poner los pelos de punta al Partido Republicano en el Congreso, que le hace el juego al presidente.
¿Veremos algún amante de la Constitución defendiendo lo que hace? La derecha republicana tendrá que decidir entre ser Conservadora y Constitucional, o Trumpista y Oportunista. Se le ha acabado la opción de pretender estar en ambos lados.
Lafayette Square va a resonar en la elección presidencial de noviembre. Faltan solo cinco meses para ella, y esto pone sobre aviso a Trump, que si continúa jugando al oportunismo y apelando a la bajeza va a perder, entonces, al conservadorismo y su cordura.
¿Quién iba a pensar que la muerte de Floyd en Minneapolis fuese a desatar esto? La muerte azul le llegó aplastado por tres policías, uno con su rodilla sobre el cuello, dos sobre su cuerpo, y uno más de pie, una muerte real en la dimensión que alcanzó… y esta, su dimensión, sorprendió. Nadie pensó que una muerte así fuese a ser el Tiananmen de Trump.
Ahora, al virus: Terminamos la primera semana de junio por encima de los 108,000 muertos en Estados Unidos, y a medida que aumentan los muertos se vuelve más negra la carnicería económica del país, tanto por su profundidad como duración…
Protestas masivas
Las protestas por la muerte de Floyd van a repercutir en la enfermedad: Las manifestaciones masivas, sin distancia entre unos y otros, con pocas máscaras, va a malograr aún más el pastel económico de Trump, aumentando los contagios.
Para controlar la enfermedad, se tuvo, básicamente, que matar la economía tal como fue antes del Corona Virus. El virus dictará el calendario, tanto como la Muerte Azul dictó la proliferación de las protestas por ella.
¿Qué tan rápido podrá recuperarse la economía? No se sabe, pero será una recuperación lenta. Se ha perdido más de lo que se ve y siente, y los consumidores, cuyo gasto representa el 70% de la actividad económica del país, seguramente van a esperar antes de volver a sus hábitos de gasto. No se ve un retorno económico a niveles previos durante por lo menos dos o tres años, con un creciente escepticismo de que sea un repunte rápido cuando desaparezca el virus.
¿Será este, para utilizar otra analogía, el Waterloo de Trump? Muy posible. La conjunción de todo lo pasado, la muerte de Floyd, la protesta en la plaza Lafayette, las reacciones de Mattis y Esper, y el colapso económico por el Corona, han creado la tormenta perfecta para hundir la barca de Trump. ¿Se salvará?