Por Otto Rodríguez
Los7Días.com
En el instante en que en Minneapolis se encendió el primer fósforo y se lanzó la primera botella de gasolina contra un establecimiento quedó anulado cualquier intento legítimo de protestar contra el arresto y posterior muerte de una persona que se alega trató de usar un billete falso para comprar mercancía.
Y todo lo que vino después ha sido pura anarquía de una magnitud no vista en Estados Unidos en memoria reciente.
Si es verdad que la fuerza para inmovilizar al sujeto fue aplicada mientras éste estaba esposado, algo así debe cuestionarse e investigarse, pero también es cierto que por cada suceso que pueda interpretarse como brutalidad policial, las fuerzas del orden en Estados Unidos tienen cientos de miles de interacciones en toda la nación cada día para proteger a la ciudadanía, y la gran mayoría de los policías ponen en riesgo su vida en las calles para mantener el delicado balance de la sociedad estadounidense.
Anarquía y saqueo
Cualquier intención legítima de protestar contra una alegada injusticia quedó disuelta en las aguas pútridas del asalto y saqueo de establecimientos que venden bebidas alcohólicas, restaurantes, tiendas de teléfonos móviles y tiendas por departamentos como Target, además de la quema de un precinto policial y una oficina postal, entre otros edificios. Si ese es el tipo de suceso aceptable en estos tiempos, andamos por mal camino, pues no hay nada noble en incendiar y saquear tu propia comunidad.
Irónicamente, otro de los objetivos de los “protestantes” fueron las oficinas centrales de CNN en Atlanta, una de las cadenas en las que más fervientemente se ventilan y analizan las “causas sociales” en Estados Unidos.
Tras ver las imágenes televisivas de hordas incinerando edificios y confrontando a las fuerzas del orden con cócteles molotov, cabe preguntarse cuál es la manera más efectiva de aplacar la situación, y si los políticos locales en Minneapolis, tal como es el caso del alcalde de esa ciudad, Jacob Frey, no fueron lo suficientemente enérgicos en condenar el desorden desde el mismo principio.
Para mí ha quedado claro que al tratar de aplacar a las fuerzas destructivas que existen en cualquier ciudad con un lenguaje hueco y débil, en lugar de advertir que el desorden sería enfrentado enérgicamente, el alcalde Frey se quedó corto en tratar de prevenir la anarquía que sobrevino a la muerte del arrestado. Y para los protagonistas del caos, ya no basta con el arresto de uno de los policías relacionados con el incidente y la posibilidad real de que al final los cuatro agentes sean encausados con el solo objetivo de aplacar los ánimos.
Una “población indignada”
Como también ha quedado claro que algunos de los habituales analistas y presentadores de algunas de las cadenas más importantes del país han llegado virtualmente a justificar el saqueo y anarquía argumentando que la “población está muy indignada con lo sucedido”.
Es correcto fustigar la brutalidad, pero en su absolutismo tal parece que algunos de estos gurus han olvidado que el policía estadounidense es también ese que responde a las emergencias cuando el ciudadano indefenso lo necesita, es el SWAT Team que enfrenta al agresor en los tiroteos masivos, el que asiste durante los accidentes de tráfico, el que ayuda a poner tras las rejas a los delincuentes, asesinos y terroristas, y el que por lo general corre hacia el peligro cuando la gran mayoría huye en sentido contrario.
Lo que ocurre actualmente en Minneapolis y en otras ciudades del país es la tormenta perfecta en un momento crítico para la nación estadounidense. El cierre vigente de las escuelas en casi todo el país, sobre todo de nivel de high school, producto de la pandemia del coronavirus, es gasolina para el fuego que arde por esos lares.
Ello, añadido al enorme estrés social producto del desempleo de millones de personas como consecuencia del COVID-19 y el propio estrés mental debido al enclaustramiento durante semanas, y también la incertidumbre con respecto al futuro.
Queda por ver si la movilización de alrededor de 1.500 efectivos de la guardia nacional y el lenguaje tajante del gobernador de Minnesota, Tim Walz, quien dijo hoy que los que permanezcan en noches sucesivas en las calles de Minneapolis son enemigos del orden, resultan un elemento disuasivo para traer finalmente orden a esa ciudad.
Una de las realidades que nos han mostrado las cadenas, que han seguido diligentemente los sucesos en Minneapolis y otras urbes del país, es lo que sería de nuestras ciudades sin las fuerzas del orden.
Cabe preguntarnos si estamos listos para entregar las calles de Estados Unidos a estos “indignados”.