Por Maricel Mayor Marsán
Los7Días.com
El festival de teatro “Open Arts Fest” se llevó a cabo desde el 21 de septiembre hasta el 27 de octubre de este año, en la ciudad de Miami, pero los organizadores decidieron extender la puesta en escena de la última de las obras que se estrenaron en el mismo por petición del público. Por esta razón, el festival se prolongó hasta mediados de noviembre. La sede de toda la programación tuvo lugar en el teatro de la organización cultural Artefactus, con el apoyo institucional de varias fundaciones y proyectos teatrales.
“Qué te importa que te ame”
El programa del festival cubrió una serie de actividades relacionadas al quehacer escénico, al igual que una variada oferta de montajes teatrales. Durante el último fin de semana se presentó la obra “Qué te importa que te ame” (Ifigenia inmóvil), escrita y dirigida por el dramaturgo Eddy Díaz Souza. El elenco de la obra contó con la actuación magistral de la actriz Belkis Proenza y varios actores de gran calibre como Dairín Valdés, Renato Campilongo, Héctor Alejandro González, Julio César Amador y Miriam Bermúdez.
La obra “Qué te importa que te ame” aborda el tema de la soledad, la separación y el desgaste emocional que han padecido muchas familias cubanas en los últimos sesenta años, especialmente para aquellos que se quedan. Si bien es cierto que los casi tres millones de cubanos que se han marchado de la Isla en dirección al exilio hasta la fecha, se separaron de sus familias en un viaje de ida y sin regreso, sufriendo un costo emocional de grandes proporciones, quizás como una herida abierta que nunca sana y les acompaña por el resto de sus vidas, no es menos cierto que también aquellos que se quedaron atrás y vieron marchar a sus familiares de la Isla, en dirección a destinos diversos, han emprendido un viaje introspectivo, hacia su ser interior, repleto de tristezas que se acrecientan de acuerdo a cada familiar, pareja, amigo o vecino que se borra de su entorno inmediato, como si en cada ocasión se tratara de un funeral.
Clitemnestra
El personaje central de la obra, Clitemnestra, es interpretado por la actriz Belkis Proenza. El autor recrea la vida de una mujer desesperada por la ausencia del marido que partió de Cuba al exilio y el accidente que afectó la vida de la hija de ambos el mismo día de su partida, dejándola parapléjica. Aparte de establecer ciertas similitudes con el personaje de nombre homónimo de la mitología griega, la vida de esta Clitemnestra cubana transcurre en medio de una acumulación de frustraciones, sentimientos fallidos y expectativas incumplidas.
Con una serie de elementos y recursos muy bien utilizados, el autor y director Díaz Souza destaca en todo momento la tragedia que vive esta mujer atormentada y abandonada por su marido. Ella vive aguardando una reclamación de su parte y vive pendiente de una visita anunciada.
En todo momento, la actriz principal exuda energía y dramatismo. Su caracterización de este personaje, más allá de lo simbólico del mencionado nombre y la posible similitud con su tragedia, nos acerca a la cruda realidad en la cual muchas mujeres han terminado siendo prisioneras de una realidad maldita.
Ifigenia y el infinitésimo universo de Clitemnestra
La hija está postrada en una silla de ruedas y también aguarda con anhelo la llegada del padre, pese a ser víctima de las frustraciones y la violencia de su progenitora. Este personaje fue muy bien representado por la actriz Dairín Valdés quien posee un gran poder de convencimiento. La actriz logró conmover al público en su papel de Ifigenia.
Los restantes personajes (la mujer del parque, el amigo servicial, el marido que llega y el asesino del perro de pelea que luego se convierte en su amante), que componen el infinitésimo universo de la Clitemnestra de esta obra, no están totalmente desarrollados y tienen una participación limitada. Todos están en función del personaje central. Es posible que el autor haya decidido no darles mucha preponderancia a ninguno de ellos para así concentrar toda la atención del público en el personaje y el tema central de la obra. No obstante, todos los actores se deslizaron por el escenario con maestría, sentando pautas con sus participaciones breves, sus entradas y salidas oportunas, señalando los cambios de escenas y logrando un clima de cercanía entre los espectadores y la historia.
Los detalles de iluminación y escenografía llamaron la atención del público por su sencillez, impregnando al carácter minimalista de la obra un ambiente de impacto.