Por Andrés Hernández Alende
Los7Días.com
Veinte años después de la masacre en la escuela secundaria de Columbine, en el estado de Colorado, se produjo un tiroteo en un plantel situado a unas siete millas de Columbine, con un saldo de un estudiante muerto y ocho heridos.
Dos alumnos abrieron fuego el martes 7 de mayo en la escuela charter STEM School Highlands Ranch.
Según el alguacil del condado de Douglas, Tony Spurlock, dos estudiantes entraron en el plantel y comenzaron a disparar contra los jóvenes en dos aulas. A los pocos minutos, policías de una subestación cercana acudieron rápidamente y arrestaron a los dos agresores después de un combate.
El tiroteo ocurrió tres semanas después del vigésimo aniversario de la matanza de Columbine, en la que perecieron doce estudiantes y un maestro. Y también ocurrió exactamente una semana después que un individuo mató a tiros a dos estudiantes e hirió a cuatro en la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.
El gobernador de Colorado, el demócrata Jared Polis, movilizó recursos estatales de inmediato para proteger la escuela y evacuar a los estudiantes. Y dijo que “el corazón de todo Colorado está con las víctimas y sus familias”.
Se agradece el gesto, pero no es suficiente.
Bandera roja
El pasado 12 de abril, Polis firmó una ley que da a los jueces la potestad de confiscar las armas de fuego a personas que consideren que pueden causar daño a otros o a sí mismos. Colorado es el estado número 15 que adopta este tipo de medida, llamada “ley de bandera roja”.
Es un gran paso de avance para detener la violencia, pero no es suficiente.
La ley se aprobó por estrecho margen. Sus detractores alegaron que violaba la Segunda Enmienda, que según se interpreta habitualmente, da a los ciudadanos el derecho de tener armas.
Pero la Segunda Enmienda de la Constitución dice: “Una milicia bien organizada, siendo necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo de tener y portar armas no será infringido”. O sea, que la posesión de armas está condicionada a la formación de una milicia.
Una enmienda obsoleta
Esta enmienda data de fines del siglo XVIII, cuando los colonos de Norteamérica se sublevaron contra la metrópoli británica y debían estar armados para correr a la batalla como una milicia. Hoy, esa milicia son las fuerzas armadas de los Estados Unidos. La Segunda Enmienda es un rezago de una época pasada.
Y se invoca además como una coartada para justificar el enorme y lucrativo negocio de la venta de armas. En 2015, los fabricantes de armas y municiones se embolsaron una ganancia neta de $1.500 millones, y los establecimientos de venta tuvieron una ganancia neta de $478,4 millones.
La trágica frecuencia de los tiroteos en los Estados Unidos está directamente relacionada con la posesión y la venta indiscriminadas de armas de fuego, incluso de fusiles de alta potencia para uso militar. Ningún otro país desarrollado sufre tantas masacres ni permite que haya tan alto número de armas (más de 300 millones) en manos privadas.
Para detener las matanzas en escuelas y centros de trabajo, hay que sacar las armas de circulación y hacer muy estrictas las leyes sobre su tenencia. Cualquiera no puede tener un arsenal a su disposición para abrir fuego cuando le parezca, punto. Hay que tomar una decisión: ¿vivimos en el Salvaje Oeste o en un país moderno y civilizado?