Por Guillermo Descalzi
Los7Días.com
Empiezo pidiendo disculpas por la metafísica en esta columna, pero se hace necesaria para explicar la insensatez en la capital. ¿Se preguntan por qué a nuestros políticos les es tan difícil cooperar, hablar sin rodeos, responder a lo que se les pregunta, poner país sobre partido, hacer lo debido? Porque les falta calidad humana, autenticidad, verdad personal. Confunden interés con amor, egoísmo con responsabilidad, entrega con provecho.
Vivimos un tránsito fugaz. Todo lo que somos está en el solitario, mínimo, diminuto momento actual. No hay más, por eso tratamos de amarrar la realidad, para que no se nos escape. ¿Qué queremos amarrar? Los políticos en ambos partidos tratan de amarrar el “American way” a su manera, que se escurre como agua entre los dedos.
Problema del alma
Es un problema del alma. Algunas de las respuestas a nuestros desafíos son desalmadas, permítanme la divagación.
Llegamos a la vida como forma con capacidad de verdad y esencia con capacidad de amor. Nuestra realización depende del ejercicio de esas dos capacidades para cultivar la posibilidad trinitaria a la que hemos nacido, la unión de nuestro ser corporal, ser intelectual y ser sentimental. Tendremos lozanía en la medida en que se unifiquen. En esa unificación vive y se desarrolla el alma. Algunos viven en separación, y serán des-almados.
Los sentimientos y emociones son de nuestra esencia o espíritu. La mente racional e intelectual es de nuestra forma o cuerpo. Estamos llamados a unirlos Viviendo nuestra verdad con amor.
¿Creen que el político promedio considerará esto? No, por “error original”, usurpación de funciones, forma que usurpa la esencia, personas montadas sobre su espíritu, apropiadas de su ser. ¿Y el alma, alguien dijo alma?
Esencia y forma, país y partidos, partidos montados sobre el país. No es necesario imaginarlo, basta con verlos luchar para ponerle sus riendas partidarias.
Buscar el equilibrio
Hay equilibrio cuando esencia y forma se unen armónicamente en el cuerpo humano, entonces el alma florece. Habrá equilibrio país-partido cuando las ideologías y el gobierno sirvan armónicamente al pueblo. Entonces la nación florecerá.
El enviado del Padre, el alma, su ‘embajador’ en nosotros, necesita balance, equilibrio. Al desequilibrio lo llamamos mal.
La existencia es la madre de la criatura, y la unión armónica de ambas, alma y criatura, es difícil porque en la existencia la forma es evidente y la esencia no, por lo que hay una tendencia natural a darle todo a la forma que prima desde temprano, y el sentido de una vida correcta entonces está en promover el resurgimiento de su esencia en busca del equilibrio perdido. Es lo mismo en nuestra política.
Andamos perdidos en la tarea de gobernar. Los partidos han sustituido la esencia americana con su ideología política. La política cotidiana, como resultado de esto, ha adquirido un sentido contrario al original.
Necesitamos hablar de verdad en la política y, excúsenme todos, no se rían, del amor… y cooperar, pero nuestros políticos no piensan en esos términos. Piensan en ‘ganar’. ¿Y la armonía? ¿Dónde está el alma nacional?