Por Andrés Hernández Alende
Los7Dias.com
El presidente Donald Trump ha decretado una emergencia nacional este viernes 15 de febrero para hacerse por fin del dinero que necesita para construir su muro en la frontera con México.
Como no ha podido persuadir al Congreso, decidió actuar como un rey y soslayar la voluntad de la mayoría de los legisladores y de la mayoría de la población. El 58 por ciento de los norteamericanos se opone a levantar el muro.
En una democracia, se supone que la mayoría manda. Pero Trump está decidido a complacer a su base de apoyo y construir la muralla prometida. No importa que la inmigración indocumentada ha estado disminuyendo constantemente desde 2007. No importa que la mayoría se oponga a su plan. El rey dice que hay una crisis, y sus leales seguidores doblan la cerviz y aplauden.
“Vamos a confrontar la crisis de seguridad nacional en nuestra frontera sur y vamos a hacerlo de una manera o de otra”, dijo el mandatario. “Es una invasión. “Tenemos una invasión de drogas y criminales entrando en nuestro país”.
Un valladar de racismo
Otra vez Trump vuelve a tildar de criminales a los inmigrantes pobres que vienen de Centroamérica a través de México. Pero no dice nada de los lavadores de dinero y otros criminales que vienen con visa y pasaje de avión y compran propiedades costosísimas para esconder sus fechorías. Esos no importan. No son personas pobres y de piel cobriza. El muro de la frontera es un valladar de racismo y soberbia.
Tampoco Trump habla de las verdaderas emergencias: la epidemia de la violencia con armas de fuego, la crisis de los opioides causada por las farmacéuticas, el alto costo de la salud, los efectos del cambio climático. Nada de eso le importa. Ha dicho que el muro va a como dé lugar, y está dispuesto a librar la batalla contra el Congreso y contra la legión de organizaciones de la sociedad civil que ya están cerrando filas contra una decisión absurda y despótica.