Por Andrés Hernández Alende
Los7Días.com
El presidente Donald Trump lo había advertido. Los militares apostados en la frontera con México cerraron el paso a los integrantes de la caravana de migrantes centroamericanos que el domingo 25 de noviembre trataron de entrar en suelo estadounidense desde la ciudad mexicana de Tijuana. Y lo hicieron con violencia, lanzando gases lacrimógenos y disparando balas de goma contra los migrantes, hombres, mujeres y niños.
Vea aquí imágenes del rechazo en la frontera:
“Tratamos a estas personas —estos refugiados económicos— como si fueran zombis de The Walking Dead”, dijo indignado el periodista Geraldo Rivera en Fox News, la estación favorita de la derecha norteamericana y de su máximo líder, Trump.
“Invasión” del territorio
Desde que la caravana integrada principalmente por inmigrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala comenzó su marcha hacia el norte, Trump ha estado alertando contra una “invasión” del territorio nacional y ha presionado al gobierno de México para que detenga la riada humana. Fiel a la retórica racista que ha usado desde su campaña a la presidencia, el presidente norteamericano sigue calificando de criminales a los fugitivos del desastre económico y social en países del sur. Y envió a miles de soldados a reforzar a la Guardia Fronteriza y no dejar entrar a ningún inmigrante.
Trump viola el derecho a la petición de asilo, un derecho que los gobiernos norteamericanos han respetado. Ha militarizado la frontera con México y la respuesta violenta de las tropas al intento de los migrantes de cruzar la valla es un atropello y una vergüenza.
Como dijo Rivera refiriéndose a los inmigrantes: “Estas son personas desesperadas. Han caminado 2.000 millas. ¿Por qué? ¿Porque quieren violar a tu hija o robarte tu almuerzo? No. ¡Porque quieren un trabajo!”
La caravana de los migrantes es una evidencia del fracaso de la imposición de políticas económicas neoliberales en Centroamérica. Y una prueba del deterioro de las instituciones gubernamentales bajo el asedio de las pandillas, las temidas y poderosas maras que en Honduras constituyen un gobierno paralelo que somete a la población bajo un reino de terror.
Desesperanza económica
Los migrantes huyen de la amenaza mortal de los pandilleros y de la desesperanza económica. Saben que en los Estados Unidos hay millones de empleos por llenar que esperan por ellos en la agricultura, en la construcción, en el sector gastronómico. No vienen a vivir de la ayuda federal, como afirma Trump y como creen muchos de sus despistados seguidores; los indocumentados no reciben ninguna ayuda del gobierno. Tampoco vienen a delinquir; de hecho, entre la población inmigrante la tasa de delitos es menor que en la población general. Pero el inquilino de la Casa Blanca y sus cohortes operan en una realidad alternativa, diseñada a la medida de sus intereses, sus prejuicios y sus fanatismos.
La caravana de los migrantes es un episodio de una crisis en países centroamericanos a la que hay que buscar una solución humanitaria. Los fugitivos de la violencia en el istmo deben recibir ayuda y amparo, no el rechazo militar violento ordenado por Trump, que afea la imagen de los Estados Unidos y va en contra de las mejores tradiciones norteamericanas, de la propia esencia de esta nación de inmigrantes.