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Por Mercedes Chenaut
Los7Días.com
Y hoy, Facebook, tu pregunta es en inglés. ¿Acaso no sabes que por culpa de mi abuela Lina mi inglés es pobre, básico, apenitas como para sobrevivir? Ella decía: Si vous voulez entrer au Paradis, vous devez parler français. (Si deseas entrar al paraíso, debes hablar francés) y consideraba el inglés un idioma feo, me atrevo a decir que lo despreciaba.
Luego llegaría a mi vida Borges, bilingüe absoluto, nieto de Frances Haslam, en cuya casa, siendo un niño, hablaba de una manera y en la propia y la de su otra abuela, de forma diferente. El mejor escritor en español del siglo que ha terminado hace casi dos décadas diría que llegó el momento en que supo que una de esas formas se llamaba inglés y la otra, castellano.
Pero ni siquiera mi Maestro pudo derrumbar el mandato abuelístico y yo hablo el francés con cierta corrección, y lo leo, y también lo traduzco (con la intención de entrar al cielo, claro, y reencontrarme con mi abuela Lina) pero en inglés, sólo logro un balbuceo.
Como soy buena alumna y he decidido contestar día a día tus preguntas, Facebook, encaro la tarea.
Gracias a Dios, existe Google y su magnífico traductor. Me interpelas: “A good cause I like to support is…” (Una buena causa que me gusta apoyar es …)
Y pienso que mi buena causa es sembrar consciencia. Sembrar consciencia. Sembrar consciencia.
De la misma manera como en mi tierra, Tafí del Valle, en la provincia de Tucumán, Argentina, lanzan a grandes puñados las semillas de avena y de alfalfa sobre los surcos abiertos en la tierra húmeda. Mejor, dicen, si una mujer preñada lo hace. Así hay más chance de que los frutos sean abundantes. (Y yo me siento embarazada de ideas, de ganas de que pensemos juntos e imaginemos alternativas a los malos vientos que corren).
Osho fue el primero que me habló de consciencia (con la letra ese delante de la ce) indicando que se trata de observar cada circunstancia profundamente, en serena alerta. (Lo de serena alerta es lo más difícil). Ese tipo de observación lleva a asumir responsabilidad, a evitar que nos piensen; nos induce a crear ideas propias, muchísimas veces alejadas y hasta a contrapelo con las de la mayoría.
Mientras escribo esto en el bar Flor de Sauco, en Tafí del Valle, dos mujeres a las que no pienso mirar –no me daré vuelta– hablan de su trabajo y de las consecuencias que deberán padecer si…. Una de ellas dice: “Porque yo no quiero tener problemas”.
Ay, me digo. Si esa señora fuera consciente estaría dispuesta a asumir cualquier consecuencia de sus actos. Porque serían actos lúcidos, decididos en total libertad.
Me he puesto seria, Face, muy poco divertida. Quizás mis lectores han abandonado ya el texto y están en otra cosa, revisando sus chats de Messenger o mirando buenas fotos en Instagram. Pero si uno, sólo uno, ha llegado hasta aquí y siente que le viene sirviendo mi humilde confesión de que voy por la vida, bolsa colgada al hombro, en la que meto mi mano y lanzo a puñados semillas de consciencia, semillas de consciencia, semillas de consciencia… este texto valió la pena.