Por Roberto Casín
Los7Días.com
La noticia llega por el cable como regalo enciclopédico para enamorados. Las agencias de prensa se encargan de difundirla por todos los circuitos. Y no es para menos. Se trata de un estudio hecho por la Universidad de Texas según el cual no son una, ni dos, ni tres sino 237 las razones que impulsan a hombres y mujeres a tener relaciones sexuales.
El documento causa tanto interés entre los sexólogos que la publicación oficial de la Academia Internacional del Sexo, Archives of Sexual Behavior, lo reproduce en su número de agosto. Un equipo de sicólogos tuvo a su cargo la titánica tarea de entrevistar a 444 hombres y mujeres entre los 17 y los 52 años de edad.
Gracias a ellos, los académicos identificaron una a una las razones que sirven de fundamento al estudio. Luego hablaron con más de mil 500 estudiantes universitarios a fin de que las clasificaran en una escala del uno al cinco, teniendo en cuenta sus propias experiencias. Y hete ahí que de esa manera llegaron al primer resultado. El número uno en la lista lo obtuvo la atracción que un miembro de la pareja es capaz de ejercer sobre el otro.
Rienda suelta al amor
La sesuda conclusión esta avalada por el hecho de que los sicólogos estuvieron dándole para un lado y para otro al asunto la friolera de cinco años. Eso fue lo que duró la investigación. Lo que a falta de otras luces le confiere, quién lo discute, categoría de convincente.
Entre los más llamativos descubrimientos del estudio están que la gente da rienda suelta al sexo, además de para expresar amor y demostrar afecto, para quemar calorías, cambiar el tema de conversación o como prolongación de una borrachera. Y no sólo por las razones más obvias, para tener hijos o por placer, sino también para aliviar la tensión, el estrés.
Por supuesto, en adición están los que lo hacen en búsqueda de nuevas experiencias, los que quieren vengarse porque su pareja los engaña y hasta los que alegan que simplemente de esa manera pagan un favor.
El prontuario de argumentos para la líbido incluye a los que dicen que hacer el amor es un buen ejercicio, los que lo identifican con el placer de hacer frente a un desafío, e incluso los que le atribuyen la facultad de ser un efectivo calmante contra el dolor de cabeza. Y para qué hablar de a quienes les da igual la cama que una escalera, porque en mayor medida recurren a sus encantos sexuales para ascender posiciones o trepar a un mejor estatus económico y social.
Iguales razones
La lista no excluye a los que dicen que lo hacen para impresionar a los amigos, por lástima a la otra persona o porque creen que negarse les dañaría su reputación. Sin embargo, nadie confesó haberlo hecho alguna vez por patriotismo, lo que podría considerarse una desdeñosa omisión.
A decir verdad, el aserto más salomónico del estudio parece ser el de que al fin y al cabo, tanto hombres como mujeres hacen el amor más o menos por las mismas razones. Tamaña sagacidad. Ya lo decíamos, después de todo estuvieron cinco años investigando para no dejar ni asomo de duda.
Otro de sus méritos se relaciona con la puntillosa manía tan en boga de hacer informes académicos sobre la más mínima cosa. Con esa forma tan peculiar de mostrarnos el mundo, tal y como las estadísticas dicen, que se ha convertido en una típica obsesión nacional tan generosa como la de vender cocacolas. La filosofía de laboratorio ha pegado fuerte.
Con todo, más concluyente, legítimo, barato y sabio habría sido preguntarle al abuelo o a la abuela por qué la gente hace el amor. La respuesta hubiese sido más sensata y sin rodeos: porque no hay nada más delicioso, y porque el mundo no fuera mundo si no hubiéramos empezado por ahí.